Zoé Jiménez Corretjer, PhD

Comentarios

NOTA DEL DR. ANGEL M. AGUIRRE SOBRE PUERTO NUBE...
Querida Zoé:

Recibí ayer tu novela. Gracias. La edición está preciosa. Me parece que nadie ha escrito en Puerto Rico una novela tan poética y sensual. Es como el verdadero amor del Cantar de los Cantares y del Cántico Espiritual, el del Tálamo del matrimonio espiritual fuerte e intoxicante. Vas más allá de Rosario Ferré, Anagilda y Mayra Santos porque tu erotismo es delicioso y delicadamente excitante y embriagador. Muy bien el intercalar la prosa con el verso. Teresa y Juan son los nombres de dos de los más grandes místicos tanto orientales como occidentales. Enhorabuena por tantos aciertos! Cuando la termine, pues hay que leerla con calma y sorbo a sorbo como el buen vino en las bodegas del Amado, (o del Esposo), te escribiré más cosas. Creo que regalaré tu novela esta navidad a mis amistades con alta sensibilidad espiritual y erótica. Es un relato panteísta porque tiene una relación estrecha con la naturaleza, sobre todo la vida vegetal de las plantas y las flores, unidas tan estrechamente a nuestra naturaleza humana y síquica. Como dicen en España, tu novela tiene "mucha miga y hay que comérsela" dionisíacamente, como las mujeres seguidoras del dios Dioniso, pero con calma y reflexión, no con el delirio violento y eufórico de un estado alterado de conciencia. ¡Te felicito!
Un abrazo de,
Ángel



COMENTARIO DEL DR. MARIO CANCEL sobre Puerto Nube

Puerto Nube, el nuevo volumen de narrativa de la poeta y crítica Zoé Jiménez- Corretjer, es la historia de un amor contradictorio y trágico. A través de esta novela heterodoxa se establece una propuesta compleja sobre el amor, el erotismo y la sensualidad desde la perspectiva del género. Este es un texto reflexivo y bien pensado que debe ser interpretado con cuidado. En Puerto Nube la escritura literaria se maneja como un medio legítimo para teorizar sobre una diversidad de problemas concretos. El reto del lector es, en consecuencia, doble cuando se enfrenta a la misma.

La actitud de Jiménez-Corretjer ante la escritura literaria ha sido compartida por un sinnúmero de escritores posteriores al 1980. La poesía de Alberto Martínez Márquez, la narrativa larga de Eduardo Lalo o de Mara Negrón, entre otros, comparte esa idea de la literatura como un lugar para pensar, procedimiento que en Puerto Nube alcanza un elevado nivel de refinamiento.

Llamo novela heterodoxa a Puerto Nube por la voluntad manifiesta de la autora por cancelar la narración évènementiel, factual o cronológica a lo largo del texto a favor de la discontinuidad y la fragmentación selectiva. Una vez reducidos los acontecimientos, el lector se enfrenta a una serie de cuadros que deberá hilvanar o reacomodar. Se trata de las impresiones subjetivas del triángulo amoroso de Aurora, Teresa, Juan. A las divagaciones de esas personalidades, se une la voz poderosa de un narrador omnisciente que ofrece pistas para articular un cosmos sobre la base de los retazos que componen el libro.

El rico lenguaje de esta novela reafirma, por otro lado, la condición de poeta de la autora. Dos poemas, “Oración” (29-30) y “El jaguar” (43-44), reafirman la voluntad de la escritora de que la narratividad no se divorcie de aquel espacio en que la palabra sola inventa el mundo.
De este modo, Jiménez-Corretjer quiebra la concepción de lo que significa una novela en tres direcciones. Primero, por su voluntad de teorizar y reflexionar en el texto a pesar de la preceptiva tradicional. Segundo, por la ruptura con la narración évènementiel y su recurso a la discontinuidad. Y tercero, por la invasión del lenguaje poético y el poema en la textualidad. Se trata de elementos que se pueden asociar, si se quiere, a las protestas de una (neo) vanguardista, o a la rebelión irrealista e, incluso, antirrealista que se percibe en la narrativa de los últimos 20años en el país.

Se trata de un relato simple. Aurora y Teresa, dos mujeres que representan un doble interesante, aman a Juan de un modo que este no puede corresponder. Puerto Nube, la taberna de los espejos o la sala de espera del aeropuerto, son lugares genéricos a penas abocetados que funcionan como espejismos. Los escenarios más concretos en este texto narrativo son otros. Se trata de determinadas miradas de los cuerpos en juego. En ocasiones es el cuerpo aislado de una mujer cuando juega consigo en contacto con la naturaleza, como sucede en el capítulo "Danza vegetal" (23 ss); o los cuerpos juntos durante el sexo al modo que se describe en "Juan y Tere en el umbral de cuero" (49 ss) o en "El tálamo y la flor" (85 ss). Se trata de una trama que siempre se lee como si se tratara de un primer plano cinematográfico muy exigente, como algunos textos de Marguerite Duras. La acción se mueve por los lugares de la intimidad, uno de los elementos más relevantes de la escritura posterior al 1980 en el país.

Para conseguir el efecto, se elabora un intenso esfuerzo por poetizar el erotismo y la sexualidad [...]